García y Berruezo
(1999) proponen, en el ámbito del desarrollo psicomotor, facilitar y
afianzar los logros que posibilita el proceso de adquisición de
control sobre el cuerpo y, al mismo tiempo, favorecer el proceso de
representación del cuerpo y de las coordenadas espacio-temporales en
las que se desarrolla la acción.
Partiendo de esta
idea Gil (2002, 2003) establece que nuestra actividad, en lo
referente a la educación de la educación física, tiene que
centrarse en el desarrollo o el trabajo del equilibrio, la
lateralidad, la coordinación de movimientos, la relajación y la
respiración, la organización espacio-temporal y rítmica, la
comunicación gestual, postural y tónica, la relación del niño con
los objetos, con sus compañeros y con los adultos, el desarrollo
afectivo y relacional, la socialización a través del movimiento
corporal, y la expresividad corporal –que requiere que el niño
controle su educación física voluntaria en su contexto relacional y
la utilice para manifestar sus deseos, temores y emociones.